¿Cuánto cuesta y por qué es importante un volante de motor?
Seguro que en más de una ocasión has oído hablar del volante motor.
Este elemento mecánico, también conocido como volante de inercia, se trata de un componente que tiene un funcionamiento muy preciso y de gran importancia en nuestro vehículo.
Aunque a veces pase desapercibido, el volante motor es uno de los máximos responsables del refinamiento de un propulsor.
Está presente en todos los motores, dando igual su tipología o el número de cilindros que tienen.
¿Qué valor puede llegar a tener un volante de motor?
Un volante de motor de un coche se sitúa como una de las reparaciones más comunes en los talleres españoles y cuesta 692 euros de media.
Si se tiene en cuenta el precio de dicha reparación para los cincos modelos más vendidos en lo que va de año.
¿Qué es el volante motor?
También conocido como volante de inercia, es un elemento pasivo que aporta al sistema una inercia adicional que permite almacenar energía cinética.
Ahora bien, se sabe que la inercia es el movimiento relativo que mantiene un objeto si una fuerza o cualquier otro objeto no actúa sobre él, por lo que su función es almacenar dicha energía cinética generada por el motor y derivarla a las ruedas.
Dicho de otra forma, acumula las inercias de las sucesivas explosiones del motor para lograr que el giro sea lo más continuo posible, ayudando con ello a que el movimiento del coche sea más suave, evitando que el coche y el motor vayan a tirones.
Tipos de volante motor
Actualmente podemos encontrar dos tipos de volante motor, los volantes de motor de una sola masa o los motores de inercia bimasa.
Volante de inercia monomasa
Son los menos comunes actualmente (desde hace unos 15 años) y constan de una sola pieza circular de grandes dimensiones que posee un perímetro dentado.
También conocido como volante de inercia rígido, este va engarzado al motor de arranque y sirve de unión con el motor del coche.
Volante de inercia bimasa
También conocido como volante de masa dual (DMF o dual mass flyweel), estos suelen ser más completos y efectivos.
Básicamente, se componen de dos piezas como las de los volantes de una sola masa -una unida al cigüeñal y otra unida a la transmisión-, pero en su interior cuentan con un muelle helicoidal y un rodamiento de bolas.
Estos evitan que las vibraciones que genera el motor vayan a la caja de cambios y puedan afectar al normal funcionamiento del vehículo.
En otras palabras, absorben las vibraciones del motor en dos puntos, con lo que conseguimos un desembrague más progresivo, así como una reducción del ruido y las vibraciones.
Funcionamiento del volante motor
El funcionamiento del volante motor es física pura y dura.
Pensemos que los pistones y las bielas se mueven gracias a los impulsos provocados por las detonaciones en el interior de cada cilindro, así que ese movimiento llega hasta el cigüeñal (el componente encargado de transformar la energía en movimiento circular), pasa por la transmisión y, finalmente, llega hasta las ruedas.
Por su ubicación, el volante motor recibe la mencionada fuerza cinética del motor (los impulsos), la asimila y la transfiere a las ruedas.
Sin él, todas las vibraciones giratorias se transferirían a la conducción, provocando un molesto traqueteo y oscilaciones de resonancia que, probablemente, alguna vez hayas escuchado en el coche durante un breve período de tiempo.
Para eliminar dichas vibraciones, el volante motor acumula una parte de la energía de giro en cada impulso para aportarla al cigüeñal hasta que reciba el siguiente impulso, a fin de que el movimiento se transforme en un giro lo más continuo posible. En los motores bimasa, el volante motor emplea dos masas.
La primera de ellas gira a favor de motor, al tiempo que la segunda lo hace en consonancia con la transmisión
Ambas quedan unidas por los elementos amortiguadores, los cuales permiten que entre ellas haya una oscilación de ángulo de amplio rango, punto en el cual las vibraciones son expulsadas o convertidas en potencia para las ruedas.
En términos prácticos, cuantos más cilindros tenga el motor del vehículo en cuestión, más regular será su giro y más continuo será el movimiento del cigüeñal (aunque se mantienen los impulsos), por lo que la masa necesaria del volante motor será menor.
Por el contrario, cuanto más pesado y grande es el volante motor, más le cuesta al bloque subir de revoluciones, lo que le resta agilidad al conjunto.
Si lo que quisiéramos fuera conseguir un arranque más sencillo o tener un ralentí equilibrado, el volante motor debe contar con una masa mayor, ya que lo que queremos es acumular una gran cantidad de energía en la primera fase, que será devuelta en las sucesivas.
Si tenemos un motor diseñado para ofrecer una aceleración rápida, el volante motor debe tener una masa menor, ya que facilita la aceleración.
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